Viaje en moto improvisado 2023 entre borrasca Celine y Ciarán

Por vicisitudes de la vida, a finales de octubre e inicios de noviembre del 2023 me encontré con varios días libres, necesidad de tomar distancia, sin posibilidades de hacer planes acompañado y recién estrenada alergia a la leche.

La solución, como siempre estaba en el garaje. Que mejor que un pequeño viaje en moto. Si ya la vida es complicada, porque no complicarla un poco más.

Con poco tiempo para organizar, muchos posibles sitios que visitar y tratando de salvar los avisos de sobre el tiempo, monté el viaje.

La idea inicial era subir a conocer Canfranc, pasar a Francia, ir hacía el cantábrico y ver el mar para acabar en Palencia ya que tenía un recado que hacer y volver a Madrid. Por el camino, visitar algún sitio y todo ello en 4 días.

Por desgracia, el tiempo fue cambiando mis planes.

Dia 1

Después de dejar cerrada mi marcha y cargar la moto, salí en dirección Canfranc, con sol y temperaturas suaves.

La A-2 hasta Medinaceli, donde paré a tomar un café solo y un pincho de tortilla en el el Bar restaurante Calos Mary. Tienen el honor de inaugurar el resto de mi vida preguntando por lacteos antes de comer. De todo se aprende, en posteriores viajes, he descubierto que Medinaceli tiene mucho que ofrecer. Un sitio para visitar.

Retomado el camino, cogí la A-15 hasta Almazán, donde pase a carreteras comarcales y caminos para conocer el Elefante de Rituerto. De este tramo es reseñable el pueblo de Almarail con su pequeños murales de grafitis.

Si os pilla de paso, id a visitar ambos, aunque para el elefante, recomendaría llevar trail.

Elefante de Rituerto

Como curiosidad este pueblo en estado de semiabandono estuvo en venta allá por el año 2010 https://www.idealista.com/news/inmobiliario/vivienda/2010/10/28/267798-se-vende-pueblo-en-soria-fotos .

Seguí camino para llegar antes que se pusiera el sol, algo que logré, a costa de no encontrar ningún bar con cocina abierta y solo encontrar en la gasolinera una bolsa de frutos secos que llevarme a la boca. Sin duda, empezaba a saber la complejidad de una dieta sin lácteos ni trazas.

Llegada a Canfranc, checkin en Hotel & Spa Real Villa Anayet (Recomendable ya solo con las vistas que se tiene desde el ascensor y que por cierto, reservé cuando estaba a menos de 100 kilómetros de allí), Spritz en el hotel 5 estrellas de la estación de Canfranc, que es lo único que mi economía me permite, descansar y a la cama con la idea de cambiar los planes tras hablar con recepción ya que me indicaron que era posible que incluso nevara al día siguiente.

Vistas desde el ascensor del Hotel & Spa Real Villa Anayet

Lo que había sido un viaje de ida tranquilo, con alguna lluvia cerca de Canfranc, se torno en una aventura con la inestimable ayuda de Celine y Ciaran .

Dia 2

Tocó levantarse pronto, desayunar en el hotel, cargar todo bajo la lluvia e iniciar la bajada hacía Palencia acortando el viaje. Abandoné Canfranc sin apenas visitarlo y sin poder conseguir una pegatina para el baúl de la moto. En algún momento tocará volver para quitarme la espinita de conocer Canfranc y Jaca.

A medida que volvía, el tiempo mejoró, paré a estirar las piernas en la puerta de la ciudad deportiva del Osasuna. Parecía que volvía el sol y que quedaría en un susto hasta que en la estepa burgalesa mientras buscaba el famoso tanque m-60 de Quintanilla Cabe Rojas hizo su aparición el temido viento, que complicaría el resto del viaje.

Fue tanta la prisa y la complejidad por momentos con el aire, sumado a que tenía un encargo que hacer por la tarde que paré lo justo para el tanque, para cambiar la batería a mi gopro3+ llegando a comer a uno de últimos restaurantes preferidos, el trigal de la Martina

Por si alguno de los lectores no conoce Palencia, estáis tardando en ir. No digo na.

Dia 3

Que decir, toda la noche lloviendo, un vendaval continuo y teniendo que volver a casa.

Me hubiera gustado ir de Palencia a Aranda de Duero y coger allí la A1 a Madrid, pero viendo el tiempo, preferí tratar de ir a lo «seguro». Palencia, Valladolid y a Madrid.

Solo me centré en el viaje. No monté la cámara para evitar que el aire me molestara con el casco. Y teniendo el depósito lleno, mi única parada debería ser en casa. Quizás de haberlo grabado, habría quedado una historia épica de las que nos hace vivir Sinewan.

A la altura de Valladolid, empezó a hacer muchísimo viento, hasta el punto que me iba cambiando de carril lanzándome como si una bola de pinball se tratara.

A la altura de Tordesillas, di por imposible seguir en esas condiciones consiguiendo parar en el Restaurante ruta 62. Era tal el viento, que tuve tuve que dejar la moto con la pata de cabra y del otro lado una viga ya que el viento levantaba la moto de la pata de cabra y la volcaba.

Tenía claro que hasta aquí había llegado mi viaje en moto pasando a buscar soluciones para poder terminar de la manera menos peligrosa. Primeramente llamé al seguro, que claro esta no cubría eventos así. Aprovechando que en este área de servicio había un parking de camiones, di una vuelta por si alguno bajaba a Madrid y podría caber la moto en el camión (idea peregrina, pero que podía perder) y por último, recurrir a lo más grande que hay, la familia. Uno por suerte tiene una familia amplia desperdigada y en este caso, en Tordesillas. Así que hablar con ellos ( si alguna vez llegáis a leer esto, muchísimas gracias de todo corazón) , lograr llevar la moto a su casa y el resto de la vuelta ya fue en bus. Una semana más tarde ya solo quedó subir y volver a casa, sano, salvo y con una entrada de blog que escribir aunque sea un año más tarde.

Al final con tanta tontearía mi viaje se saldó con unos 1289 kilómetros, un poco de miedo al aire, tiempo en soledad, tiempo para pensar y muchos buenos momentos, que es de lo que se trata en el fondo ¿no?

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